Existe cierto acuerdo respecto a que las formas ondulantes del cuerpo
femenino, son atributos frente a los cuales se han rendido históricamente los
hombres y los artistas.
Pero hay casos en los que esas curvas son tan vertiginosas como
portadoras de historias increíbles.
Les presento a Ethel Grange, hoy la máxima exponente del “tightlacing”,
que se trata de la práctica de usar apretados corsets que logran modificaciones
extremas de la figura y de la postura.
El excéntrico, y por qué no decirlo, exagerado gusto de esta mujer
por el uso de corset, tiene su origen en una historia de amor.
Ethel conoce a William, hombre con el que comparte su vida. Parece
que el gusto de este hombre por los corsets y los pendientes femeninos fueron
una invitación sin retorno para ingresar a este maravilloso e insólito mundo.
Su cintura llegó a medir 33 centímetros de diámetro ¿Se imaginan
ese tamaño?
La pregunta que nos cabe es ¿Se trata de una de las tantas modas a
las que se expone el cuerpo femenino como objeto de la mirada de otr@s? o ¿Es
una clara degradación del cuerpo con graves consecuencias para la salud? ¿Cuál
es el límite?
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