El tampón se empezó a utilizar
hace más de dos mil años, antes incluso que la compresa, aunque no eran como
los conocemos ahora, sino hasta 1929.
Hipócrates, hacia el año 500 a.C.
ya inventó un primer mecanismo de protección parecido al tampón y fomentó su
uso. Este primer artículo estaba hecho de gasa de hilo enrollado a un trozo de
madera liviana.
Los primeros tampones, hechos de
papiro ablandado, estaban reservados para las mujeres de clases sociales altas
en Egipto, Asiria y Babilonia. Las mujeres de clases populares usaban caña
acuática suavizada. En otros lugares del mundo, los tampones se improvisaban
con el material de que dispusieran las mujeres de cada región. En Roma se usaba
lana; en Japón, papel; en Indonesia se usaban fibras vegetales; en África
ecuatorial fabricaban unos rollos de hierba.
Las mujeres ricas y nobles del
Imperio Bizantino, alrededor del siglo VI, utilizaban unos tampones hechos por
los griegos de Crimea con la mejor lana, peinada y enrollada de manera muy
especial, lo cual se puede considerar la primera fábrica oficial de tampones de
la historia.
Los médicos usaron durante mucho
tiempo, en la Edad Media, el Renacimiento y el siglo XIX, tampones hechos con
algodón para aplicar antisépticos o para ayudar a frenar hemorragias en la
vagina.
Durante principios del siglo XX, el
tampón adquirió muy mala imagen debido a los prejuicios morales que surgieron
con todo lo relacionado a la menstruación. En esa época, las actrices y
bailarinas, que no podían dejar de usar protección durante esos días, se
fabricaban tampones de algodón caseros.
Los primeros tampones fabricados
de forma comercial fueron inventados en 1936 por el Doctor Earl Cleveland Haas
y fueron comercializados con el nombre Tampax. Los prejuicios sociales y una
información deficiente impidieron que los tampones se popularizaran. Las
mujeres estaban preocupadas porque podrían perder su virginidad al usar
tampones o que los perderían en plena calle. ¡NO ERA CIERTO!
Sin embargo, tan pronto como las mujeres tuvieron la oportunidad de disfrutar de la comodidad que suponía el uso de tampones, se popularizaron instantáneamente.
En los años 70 y 80 se avanzó en dos sentidos realmente importantes para la protección femenina:
Se inventaron las toallas higiénicas autoadhesivas y se comenzó a permitir la publicidad de tampones y toallas femeninas en la televisión.